17/6/09

Según Wikipedia La definición (que me da risa a mí y otros) de acoso sexual abarca un amplio abanico, dependiendo de la opinión de cada individuo respecto a lo que entiende que pueda ser al acoso, llevando a confusiones. El término fue acuñado en la Universidad Cornell, en 1974. El acoso, al menos el considerado como clásico, es el tacto indeseado entre compañeros de trabajos Además, engloba los comentarios lascivos, discusiones sobre superioridad de sexo, las bromas sexuales, comentarios de autoestima sexual, los favores sexuales para conseguir otros status laborales, etc., algunas empresas provocan a sus empleados (tras conocer que un compañero de trabajo se quejó de acoso sexual) con la intención de que cambien de puesto de trabajo o lo abandonen, tras conocer la capacidad de ese trabajador, por envidia hacia él
o porque esa plaza está prevista para otro, aunque en ocasiones lo hacen para estudiar sus reacciones. El acoso fuera del lugar de trabajo también está considerado otra forma de acoso sexual.


Resulta ser que ayer, en mi lugar de trabajo, yo fui víctima de acoso sexual: Dentro del equipo de intendencia, hay unas señoras especializadas en sacar la basura por las tardes. Antes venía una gordita muy amable, cuyo nombre desconozco, que me sonreía mucho. Me aclaró la señora Clementina que ella, la gordita, tenía un crush conmigo. Está bien, dije yo, si a la gordita muy amable que me sonríe mucho le gusto, bien.


El problema realmente comenzó cuando cambiaron a la gordita muy amable que me sonreía mucho. El lunes, mientras trabajaba, llegó una enanita de escasos ciento cuarenta centímetros a sacar la basura – ¿Tiene basura, joven?- preguntó, a lo que respondí con una negativa indicándole después que mi compañero si tiene un bote. La liliputiense mujer se dio a la tarea de vaciar el bote y, cuando lo hacía ¡Pum! que azota la vieja. Lo normal en esos casos es ayudar a la pobre vieja a ponerse en pie. Eso hice yo. Al extenderle mi mano para levantarla, se aferró con sus dos manos y mientras se reincorporaba decía –Que manos tan ricas tiene, joven- cosa que me pareció un tanto normal, como un piropo a modo de agradecimiento. Una vez de pie, la vieja comenzó a decirme que me veía muy bien peloncito (por si alguien no lo sabe, hace poco me rapé) y que tenía unos ojos lindísimos. Comenzaba a paniquearme poco a poco, cada vez más. Llegó Roberto ¡Santo señor de Chalma! nunca me había dado tanto gusto que llegara Roberto. De hecho, nunca me había dado gusto. Huir, huir es la opción en esos casos - Robert, voy a fumar. Ya vuelvo - enuncié con un poco de nervios. Sálgome a fumar un rico cigarrito para serenar el miedo y la angustia. ¡Que horror! ¿Cuál era el santo patrono de los niños abusados sexualmente? Como sea. Me perdí un rato en los jardines de la Cineteca hasta apaciguarme. ¿Volver o no volver? Después de quince o veinte minutos dando vueltas como tlaconete con sal decidí volver a mi escritorio, ese que sus impuestos pagan. Me encontré a la enanita parada apreciando las teclas de una máquina de escribir del año del caldo, caldo primitivo. Traté de escabullirme a sus espaldas pero ¡oh desilusión! La méndiga vieja volteó como la niña del exorcista y comenzó a hablarme. Mi educación y mi personalidad diplomática me impidieron lanzarle una mentada y, a manera muy valiente, correr. Me pidió que le diera la mano y pensé que era para despedirse o pedir perdón por sus actos. Bueno, ni la una ni la otra. Quería mi mano para pedirme – Vas a ser mi amigo del corazón ¿verdad? – Mi cara, aunque no la veo, se que fue de “no mames”. Me soltó la enana –Teresa, Teresita me llamo ¿y tú?- Le dije que mi nombre era Javier; más vale prevenir… En vano fue mi intento, nuevamente, de partir – Yo hago masajes ¿cuánto crees que debería cobrar por ellos – Manny en silencio total y, seguramente, aún con cara de “no mames” – Yo te puedo dar un masaje, no te cobro- Soy paciente pero todo tiene un límite. –No, hasta luego- después de decir eso me di la media vuelta y me fui a mi oficina.


Tengo coraje y miedo de saber que hoy regresará a mi oficina. Por ahí me contaron que hace otras cosas raras y cada cuatro horas le pide a una compañera suya que la inyecte.


No es la primera vez que tengo a alguien que me acose pero, definitivamente, es la ocasión que más me ha molestado. En algunas hasta me he sentido sexy. Espero no volver a ver a Teresita. Eso me gano por andar recogiendo viejas.


¿Te han acosado? ¿Cómo, cuándo y quién? Cuéntanos

8/6/09

El calendario que perdió 7 días



El Dr. Shisep es médico, el pescador, aquél de la caña de pescar y maletín, el señor que viste de diablo y el borracho tienen más en común de lo que imagináis.

Que bueno que el Dr. Shisep no es psiquiatra; le quedaría el sobre nombre de Dr. Shithead. Que bueno que el hombre del maletín lleva caña, eso explica un poco su personalidad. Que bueno que un hombre vista de diablo cuando sus prejuicios colisionan por ser totalmente diferentes a la imagen que quiere dar y, el borracho… que bueno que es borracho. Si bien el alcohol no ayuda a olvidar, como dice el borracho cliché, sí ayuda a que no importe.

El caso es, que estos cuatro hombres, soy yo. No padezco de desordenes de personalidad ni mucho menos. Yo, soy o no soy. Estoy de buenas o estoy de malas pero, aun así, sigo y seguiré molestando. Estos hombres, almas o personalidades, no son parte de mí pero lo serán. Primero el Dr. Shisep y yo seremos uno, después el pescador, luego el hombre que viste como si fuera un diablo y, finalmente el borracho de unos 56 años.

Me ha tocado interpretar a estos cuatro personajes en una obra de teatro: EL CALENDARIO QUE PERDIÓ 7 DÍAS de Enrique Suárez de Deza.

Todo gira entorno a la vida y la muerte. La obra, también. Desde la semana pasada empezaron las lecturas y anotaciones. Esta semana, supongo, comenzaremos a leer con intención. Los compañeros con los que trabajaré parecen ser muy agradables. Sólo me quejo de uno. Un imbécil: no sabe leer, le cambia acentos y tildes a casi, casi, todas sus líneas. Crea argentinismos al por mayor, expresiones sin lógica, le resta personalidad a su personaje y lo debilita en demasía. Cualquiera puede actuar, pero, para actuar bien, se necesita leer y bien.

Me ha hecho sentir bien el regresar a actuar con ellos. Creo que lo que me hace más feliz es el leer y ser otra persona a ratos. No es que no me guste ser yo pero, vamos, es morboso, es agradable.

Pues mucha ojalá nos vaya bien. Mucha mierda y nos estamos leyendo.

Carpe diem quam minimum credula postero